¿cuales son los sectores desposeidos?

sábado, 20 de octubre de 2012

La Independencia




























                     Antipatía entre criollos y españoles

Rey Fernando VII.


Desde los inicios el siglo XIX (1800) y hasta mediados de 1808 en Chile nadie pensaba en cambiar el régimen político colonial imperante. Hasta esa fecha el reconocimiento a la autoridad del rey Fernando VII nunca estuvo en discusión.

Cuando se señalan las causas de la emancipación de los pueblos hispanoamericanos en general, siempre se dice que “las colonias son como frutas: caen cuando están maduras”. Lo anterior manifiesta abiertamente los deseos de independencia.

El origen de la emancipación es de carácter simple y profundo de entender. La estructura del proceso que la gestó es un fenómeno que venía actuando desde antes: el resquemor entre criollos y peninsulares, motivada por la diferenciación de los temperamentos y de los caracteres.

La población que se desprende del núcleo central, aunque permanezca unido por el cordón umbilical, tiende a diferenciarse y a tomar forma propia. El vínculo que lo continúa uniendo no es suficiente para contrarrestar las nuevas influencias que surgen como resultado de la separación.

Este proceso fue muy violento en las colonias hispanoamericanas. Las variantes regionales de la población española eran muy acentuadas: entre vascos y andaluces y entre castellanos y catalanes había más distancia que entre franceses y flamencos y que entre suizos y alemanes. América, en tanto, poseía la sangre indígena, aunque en corta proporción, circulaba por la casi totalidad de los criollos de la alta clase social, al despuntar el siglo XIX.

La influencia directa del clima y del suelo de América, especialmente en las regiones tropicales, a la larga tenía que modificar el temple y el carácter del español, aun no mediando el mestizaje. La flora, el aislamiento y los cambios trascendentales en todas las condiciones de la vida y del desarrollo social actuaron casi con tanta eficacia como los factores étnicos.
El odio entre españoles y criollos surgió con extraña fuerza desde inicios del siglo XVIII. Sin duda, como ocurre en todos los procesos históricos, su gestación venia de antiguo, pero sólo hacia esta fecha el temperamento y el carácter criollo tomaron la fuerza necesaria para producir el choque y sus alborotadoras manifestaciones exteriores.



Hacia el segundo tercio del siglo XVIII la antipatía había adquirido una intensidad que hoy resulta incomprensible ante el hecho de que españoles y criollos se unían fuertemente en los sentimientos de fidelidad y respeto al rey, pero se detestaban entre sí.

Al español le molesta la flojera, y la inconstancia del criollo y especialmente del oriundo de los medios tropicales. Lo siente un bastardo de su raza, un sinvergüenza e incapaz de algo concreto.

Por su parte, el criollo odia al peninsular por la tardanza intelectual, tacañería y principalmente extranjeros ordinarios e intrusos que acaparan la fortuna, los empleos y las más ricas herederas.

El español manifiesta su desprecio, y el criollo oculta su odio por orgullo. Al criollo le irrita todo lo que viene del español: su economía, sus maneras, su inhabilidad de jinete, su falta de destreza en las modalidades de la vida criolla y hasta su receptividad para las tercianas, la puna y demás males americanos.

De esa antipatía entre criollos y españoles surge el sentimiento de la revolución.

Al iniciar el siglo XIX, bastaba que un suceso circunstancial ocurriera para que surgiera el deseo de autonomía. Pero no sólo fue un suceso. Sin desearlos sus habitantes y sin percatarse de ellos, varios acontecimientos y situaciones ocurrieron y se encadenaron para que brotara nítidamente el germen independentista.

El descontento contra la administración colonial

Ya a comienzos de 1808 los chilenos más ilustrados venían señalando su descontento y expresaban muchas y cimentadas quejas contra la metrópoli española. Los temas que motivaban ese descontento, aparte de la antipatía entre los criollos y los españoles peninsulares, pueden resumirse en los siguientes:

De partida las ideas de la Ilustración, expresadas por los filósofos franceses: sus críticas de las instituciones sociales, políticas y religiosas contemporáneas, eran conocidas por los americanos, aunque no aceptadas sin previa discriminación. Pero este fermento intelectual no era un asunto que dividiera a los criollos de los españoles, ni era un ingrediente esencial de la independencia. A los lectores americanos a menudo les movía sólo la curiosidad intelectual; querían saber lo que pasaba en el mundo entero y daban la bienvenida a las ideas contemporáneas como instrumentos de reforma, no de destrucción.

La Ilustración destacó más a la luz de la Revolución Francesa y de la independencia de los Estados Unidos. De estos dos movimientos, el modelo francés fue el que menos atrajo a los hispanoamericanos. La destrucción de la monarquía y toda la violencia consiguiente no formaron una nueva imagen.

La influencia de los Estados Unidos fue benéfica y más duradera. En los años antes y después de 1810 la propia existencia de los Estados Unidos excitó la imaginación de los americanos, su libertad y republicanismo colocó un poderoso ejemplo ante sus ojos.

Por último, la expulsión de los jesuitas, que debilitó la influencia espiritual de la corona ejercida en ámbitos tan importantes como el educacional y el moral.

América hacia 1810

Conocida la situación de España en América, la reacción fue la de adoptar una posición contraria a los franceses, pero al mismo tiempo de crear juntas regionales de gobierno que, imitando a las juntas provinciales formadas en la península, ejercieran el gobierno en las distintas regiones americanas en nombre de Fernando VII.

Los fundamentos jurídicos fueron los mismos empleados en España, pero ajustados a la realidad americana: en principio cuando el rey faltase o estuviese cautivo, señalaba la tradición, la soberanía retornaba al pueblo (principio de la soberanía popular avalado por la Ley Castellana de las Siete Partidas).

Los criollos estimaron, de acuerdo a este principio, que los cabildos, como representantes de la comunidad, podían convocar a asambleas representativas para la designación de juntas que ejerciesen el gobierno autónomo, asumiendo la plena soberanía, con autoridades propias e independientes de las organizadas en España. Estas juntas americanas debían gobernar como entidades autónomas en nombre de Fernando VII, defiendo sus legítimos derechos mientras durase el cautiverio.

El período inicial que marca el proceso de independencia (podríamos decir 1810-1812) no es netamente político, en el sentido que los criollos no accedieron al gobierno para conseguir la independencia sino para optar por las reformas administrativas y económicas adecuadas para mejorar sus beneficios. Sólo más tarde, cuando los españoles desconocieron esas reformas (de 1812 en adelante) se inició abiertamente el camino a la independencia.


Por lo tanto, los movimientos juntistas hacia 1810 tienen el carácter de reformistas, autonomistas y fidelistas. Su origen social es netamente aristocrático.


La Colonia



Entendemos por Colonia a la extensión imperial, social, político, religioso y cultural que se estableció en América durante los siglos XVII, XVIII e inicios del siglo XIX.

En Chile, comienza tras el Desastre de Curalaba en 1598 con el establecimiento de la frontera natural entre españoles y araucanos en el río Bío Bío. Esta etapa, que se prolonga hasta la revolución de la Independencia, se caracterizó por un constante cambio de gobernadores, cuya preocupación principal fue proseguir la guerra contra los araucanos y luchar contra los frecuentes cataclismos naturales (terremotos, donde destaca el producido en 1647 bajo la gobernación de Martín de Mújica y Buitrón) que sufría el país. (Ver: La Colonia en Chile)


Desde un comienzo, España centralizó todo lo referente a la administración de las colonias que poseía en América y Asia, teniendo a la cabeza al rey, quien era asesorado por el Consejo de Indias.
El Consejo de Indias
Proponía al rey el nombramiento de altos funcionarios civiles y eclesiásticos que se desempeñarían en las colonias. Dictaba las leyes, decretos, reglamentos y ordenanzas que conformaban el derecho indiano. Actuaba también como tribunal supremo, analizando las apelaciones a las sentencias de las Reales Audiencias y sometía a virreyes y gobernadores a juicio de residencia, mediante el cual podían presentar acusaciones con las decisiones tomadas por los funcionarios. Mientras durara su cargo, estos últimos no podían casarse con habitantes del lugar, establecer negocios, comprar propiedades, etc.

Real Audiencia

Era el supremo tribunal de justicia durante la época colonial. Fue un organismo político-administrativo que residía en las principales ciudades de América. Formado por cuatro oidores o magistrados, era tribunal de primera instancia en algunos casos, y de apelación de las sentencias de los jueces inferiores. Se estableció en Chile en 1609.

El Cabildo

Representaba a la comunidad. Se encargaba de administrar las ciudades, y en algunos casos era representante del rey. Para integrarlo debía ser vecino o encomendero ejerciéndolo por el período de un año.

Estaba formado por dos alcaldes, seis regidores, un secretario y un procurador. Entre sus atribuciones estaban las de preocuparse de la administración local, del aseo y ornato, la salud pública, aspectos judiciales, legislativos y políticos.

División territorial de América

América estaba dividida en virreinatos, capitanías generales y presidencias. Los virreinatos eran gobernados por un virrey, quien fue el representante directo de la Corona. En el siglo XVI se establecieron en América dos virreinatos: el de Nueva España o México(1535) y el de Perú (1544); en el siglo XVIII se incorporaron otros dos: Nueva Granada (1717) y el Río de la Plata (1776).

Las capitanías generales fueron territorios dirigidos por un jefe militar que desarrollaba el poder civil y judicial. Durante la Colonia eran cuatro capitanías generales: Santo Domingo, Guatemala, Venezuela y Chile.

Por último, las presidencias eran gobiernos creados en territorios ya pacificadas. El poder lo ejercía el presidente de la Real Audiencia, como era el caso de Ecuador y Bolivia.

Economía y Comercio Colonial

En América se producían metales preciosos, materias primas y alimentos. Sin embargo la capitanía de Chile se cultivaba el trigo, el maíz y la vid en la hacienda. Sus productos eran comerciados hacia el Perú enviando además cueros, sebos, frutas secas y vino. Todo el comercio entre Chile y las demás colonias estaba sujeto al Monopolio Comercial impuesto por España, por tal razón se entiende la dependencia económica con el virreinato del Perú.

La Iglesia

Durante la época de la Conquista, los sacerdotes tenían como misión evangelizar a los indígenas y convertirlos al cristianismo, cumpliéndose con ello el propósito espiritual de la colonización.

Los sacerdotes que se establecieron en Chile fueron capellanes de ejército, los que participaron en combates más de una ocasión. posteriormente, se dedicaron a convertir a los aborígenes sometidos tras dichas guerras, y otros fueron misioneros en tierras de Arauco.

La Iglesia jugo un papel muy importante en la colonización americana, especialmente en Chile. Los Reyes Católicos y sus sucesores estaban obligados a impulsar la evangelización, constituyendo el Patronato Real sobre la Iglesia, por el que se aseguraba la remuneración en dinero hacia el clero, la construcción de iglesias, catedrales, conventos y hospitales.

El estrato religioso aumentó considerablemente. Solo en Santiago, a mediados del siglo XVII, existían 200 religiosos. Para la Corona era mucho más fácil “dar el pase a América” a las órdenes religiosas y no a muchos sacerdotes en forma individual. De esta forma, los dominicos y franciscanos desarrollaron una labor misionera alrededor de los pueblos indígenas utilizando el convencimiento. Sin embargo y en contrapartida con los anteriores, también llegaron evangelizadores que solo hicieron riqueza en América.

Los franciscanos fueron los primeros en llegar a Chile, a los cuales se sumaron los agustinos, los mercedarios y los jesuitas. Estos últimos, gracias a la influencia del padre Luis de Valdivia y de la guerra defensiva, consiguieron extenderse en la región araucana.

Conquista de Chile


Diego de Almagro.



A comienzos de 1537 Almagro, el descubridor de Chile por la vía terrestre, abandonó el territorio por Atacama ante la premura de regresar a Cuzco, una vez conoció la rebelión de Manco. Le aguardaban la guerra con Pizarro, la prisión y la muerte a garrote un año después por orden de este último.
Distintos grupos de los expedicionarios de Almagro exploraron los nuevos territorios y, a medida que avanzaban, la esperanza de encontrar oro y riquezas se esfumaba cada vez más. El país parecía propicio sólo para la agricultura. Como eso no era lo que estos hombres buscaban, decidieron regresar al Cuzco, eligiendo el camino de los extensos y áridos desiertos del norte. Arribaron a Perú a comienzos de 1537.
Diego de Almagro murió al año siguiente, ajusticiado por orden de su antiguo compañero de aventuras, Francisco Pizarro.
La ambición de Valdivia
Valdivia
Pedro de Valdivia


La muerte de Diego de Almagro dejó el camino abierto para que Francisco Pizarro intentara —a través de sus hombres de mayor confianza— la conquista de Chile. Pese a las ambiciones de los españoles, ninguno tuvo deseos reales de aventurarse en territorio chileno, hasta que el capitán Pedro de Valdivia, quien había luchado contra Almagro en favor de Pizarro en la batalla da Las Salinas, decidió conquistar estas tierras para España.
Valdivia era un hombre destacado por su experiencia y adecuada instrucción militar. Había viajado a América en 1535, solo y dejando en España a su esposa Marina Ortiz de Gaete. Después de servir casi un año en Venezuela, llegó a Perú. Se enroló bajo las órdenes de Francisco Pizarro, y desplegó todas sus dotes militares, recibiendo como premio tierras, indios y una mina de plata. Así, se convirtió en uno de los colonos más acomodados de Perú. Sin embargo, aspiraba a una gobernación propia.
La conquista de Chile por Pedro de Valdivia
En 1539 Pedro de Valdivia (1497-1553), maestre de campo de Francisco Pizarro en la guerra contra Almagro y experimentado soldado procedente de los tercios de Flandes e Italia, solicitó a su capitán y gobernador autorización para realizar una expedición a Chile. Era la oportunidad de probar fortuna y alcanzar hacienda y gloria perseguida en campos de batalla europeos y en numerosas luchas como en las que había tomado parte en América. Pizarro accedió a la petición nombrándole "teniente de gobernador", pero dejó en sus manos levantar y pagar la fuerza con la que acometer la nueva jornada, que no sería sino la finalización de la ocupación del imperio inca, tal y como sucediera en la fracasada aventura de Almagro.
Obtenida la autorización para conquistar y poblar estas tierras en nombre del Rey, Pedro de Valdivia recibió el título de Teniente Gobernador de Chile —es decir, jefe del país que se proponía conquistar—, sometido a la autoridad de Francisco Pizarro.
Por su intervención en la guerra civil del Perú, Valdivia había sido recompensado con una encomienda en el valle de la Canela (Charcas) y una mina de plata en Porco, bienes que puso a disposición de la campaña que se aprestaba a iniciar. Sin embargo, no logró reunir los medios necesarios hasta que pudo alcanzar un acuerdo con un adinerado comerciante llegado de España, Francisco Martínez, que financió el avituallamiento de los expedicionarios a cambio de la mitad de lo que rindiera la Conquista.
Las dificultades serían todavía mayores para reunir una fuerza suficiente que ofreciera garantías para la aventura. Las noticias que habían traído de Chile la gente de Diego de Almagro sobre la ausencia de grandes riquezas y la penuria del viaje desalentaron el reclutamiento. En esta ocasión se pretendía la conquista del país y la fundación de asentamientos estables, por lo que llevarían consigo semillas y animales domésticos.
Debido a estos problemas, Valdivia acordó compartir jornada con Pero Sancho de Hoz, quien fuera secretario de Pizarro y estaba ansioso de hacer efectiva la gobernación que el rey le había concedido en las tierras que descubriera en la región más austral. En enero de 1540 Valdivia partió de Cuzco con apenas once soldados y mil indígenas, decidido a seguir la ruta del desierto que señalara el retorno de Almagro.
Ruta de Valdivia
(Ampliar imagen)


El viaje
La expedición tenía un alto costo. Había que proveerse de hombres, animales, alimentos y otros recursos. Lo que más le costó a Valdivia fue reunir a los hombres. Invirtió todos sus recursos y hasta se endeudó para concretar su viaje, y sólo logró reunir unos 150 soldados. Incluyó en el grupo a una mujer española, Inés de Suárez, y a algunos sacerdotes.
Los expedicionarios traían consigo diversas semillas europeas —principalmente trigo—, animales domésticos —como cerdos y gallinas—, y herramientas de toda clase. El 20 de enero de 1540, partieron desde el Cuzco.
A diferencia de Almagro, Valdivia eligió la ruta de los desiertos para venir a Chile: del Cuzco a Arequipa, de Arequipa a Tacna y de allí a Arica, prosiguiendo a Tarapacá.
En su determinación, pesaron no sólo las dificultades naturales del Altiplano, sino también la hostilidad de los indígenas de la región. El capitán español cuidaba mucho de dar descanso a sus tropas, en aquellos valles donde encontraba pasto para sus caballos y víveres para sus soldados.
De Arica la expedición pasó a Tarapacá y allí aguardó a que se sumaran nuevos efectivos. Primero fueron los dieciséis que llegaron con Rodrigo de Araya; después la gente reunida por Francisco de Villagra, procedente de la fracasada expedición de Diego de Rojas, unos ochenta más. En San Pedro de Atacama se agregaron veinticinco españoles al mando de Francisco de Aguirre. Fue entonces cuando Sancho de Hoz pretendió asesinar a Valdivia.
Fracasado ese intento, y ante la perspectiva de ver frustrada la campaña a causa de las discordias, Valdivia, después de haber mandado prender a su rival, se limitó a imponer a Sancho de Hoz que disolviera mediante escritura la compañía que traía con él y asimismo renunciara a los derechos que habían acordado repartirse cuando se asociaron, tras lo cual, después de expulsar a varios cómplices, le permitió continuar en la expedición.
Posesión del territorio
En septiembre de 1540, los españoles llegaron a Copiapó, donde tomaron posesión del territorio. En Copiapó llegarían a incorporarse una veintena más de españoles. Y con esta fuerza, Valdivia tomó posesión del territorio que en adelante se descubriera con el nombre de Nueva Extremadura -en honor a su tierra de procedencia, en la península Ibérica-, pues a esa distancia y en esa latitud concluían los derechos de Pizarro. Se extendió un acta y el lugar se llamó Posesión, nombre que se le asigna a Copiapó en los primeros documentos de la Conquista.
Los expedicionarios continuaron su avance por los valles de Huasco, Coquimbo y Aconcagua y, en diciembre de 1540, ya se encontraban en el Valle del río Mapocho.
Aquí, encontraron una complicada situación política y militar entre los indígenas. Michimalongo y Tangalongo se disputaban el dominio del valle. A su vez, el cacique Atepudo mantenía guerras con Michimalongo.
Valdivia sabía que su empresa de conquista era difícil y que ésta, entre otros factores, dependía del lugar en que fundara la primera ciudad.
Pedro de Valdivia llegó al valle del Mapocho en diciembre de 1540. La organización bélica y urbana lo llevó a fundar Santiago del Nuevo Extremo el 12 de febrero de 1541. Poco después Valdivia nombró a los integrantes del cabildo, el que a su vez lo nombraría gobernador de Chile.
"Fundación de Santiago", cuadro de Pedro Lira.


Viaje al Perú (1547-1548)

El año 1547 partió Valdivia hacia el norte en el barco de Pastene. Como hubo muchos interesados en volver con él, debió recurrir a un engaño para impedirlo: aparentemente aceptó y permitió a los que desearan embarcar sus pertenencias y especialmente el oro que habían acumulado. Mientras en la costa, los viajeros celebraban su pronta partida, Valdivia furtivamente se dio a la mar, llevándose los caudales de esos colonos. La indignación fue grande, se contó que algunos murieron en la desesperación de ver perdidos los ahorros de toda la vida y otros enloquecieron.
En el Perú se había desatado una guerra. Los herederos de Pizarro habían desconocido una orden del rey en términos de poner fin a la encomienda de servicio personal y apoyados por un número nada despreciable de conquistadores se habían hecho del poder ejecutando a algunos funcionarios reales. Para acabar con este desorden el rey envió a Perú al licenciado Pedro de la Gasca, quien rápidamente se dio a la tarea de organizar tropas y prometió perdón a todos aquellos que se habían alzado contra el rey si ahora venían a combatir a su favor.
Enterado de estos hechos, Valdivia no dudó un segundo en ponerse a las órdenes de la Gasca. Participó activamente en las campañas contra los Pizarro y tuvo participación decisiva en la batalla final llamada de Jaquijahuana o Saxuhuamán. Por estos méritos, La Gasca, poco después de la batalla (abril de 1548) y a nombre del Rey reconoció a Valdivia su título de Gobernador y le especificó los límites de su gobernación: Desde el paralelo 27 hasta el 41 de latitud Sur y desde la costa, cien leguas hacia el Este (600 kilómetros aproximadamente). Es decir desde el desierto de Atacama hasta la altura de Puerto Montt y desde la costa del Pacífico hasta la costa del Atlántico, lo que dejaba en posesión de Chile el territorio de la Patagonia in extenso.
En Perú Valdivia fue sometido a un juicio por el mismo La Gasca a causa de ciertas acusaciones que pesaban en su contra. Resultado de este juicio fue el compromiso de Valdivia de devolver lo que había tomado de los españoles de Chile y además el compromiso de dejar de convivir con doña Inés y casarla con uno de sus capitanes. Ambos compromisos fueron cumplidos.
La segunda etapa de la conquista: expansión al sur (1550 - 1553)
El viaje al Perú significó la consolidación de la conquista de Chile ya que Valdivia vuelve con refuerzos y pertrechos y además con el reconocimiento oficial de su cargo y derechos sobre los territorios. En estas condiciones ya pudo emprenderse la conquista del resto del territorio que en derecho se le había otorgado. La mecánica para esto fue la fundación de ciudades. La primera fue en realidad una refundación: la ciudad de La Serena había sido destruida y Francisco de Aguirre le refundó en 1549.
En 1550 comenzó el avance hacia el Sur y con ello comenzará también la Guerra de Arauco, por lo cuanto deberán enfrentarse con la fiera resistencia del pueblo araucano. Por esta razón Valdivia debió fundar varios fuertes, sobre todo en el territorio propiamente araucano.
El 5 de octubre de 1550, fundó la ciudad de Concepción que contó inicialmente con 40 vecinos a los que se le repartieron indios y tierras.
Las siguientes fundaciones fueron: La Imperial (1551), Valdivia (1552), Villarrica (Jerónimo de Alderete 1552), Los Confines (Angol 1553) y los fuertes de Tucapel (1552) Arauco y Purén (1553).
Con todas estas instalaciones, los españoles se encontraban optimistas, pues suponían dominado y controlado el territorio araucano. Sin embargo fue precisamente esta profusión de fundaciones, que los castellanos consideraban su mayor logro, su principal error estratégico y la causa de muchas desgracias, entre las que se cuenta la propia muerte de Valdivia que culminarán con la destrucción de todas las ciudades construidas al Sur del Biobio hacia fines del siglo (XVI).
Hay que considerar que el número de españoles en esta época, contando todos los refuerzos llegados, no pasaba de mil, mientras que se calcula en medio millón aproximadamente, la cantidad de indígenas que habitaban Chile entre Copiapó y Reloncaví (territorio de penetración española). Entre el río Itata y el Toltén se calcula habitaban unos 400.000 indígenas.
Ahora bien, si se considera que además de esta enorme desproporción en número, los españoles se habían dividido en pequeños grupos que habitaba cada fuerte y ciudad, algunos de los cuales estaban separados por más de 500 kilómetros, se concluye que la debilidad de los conquistadores era enorme, sobre todo frente a un ataque masivo de los araucanos.
Pero ¿qué motivó a Valdivia a expandirse al Sur?
· Avanzar hacia el Estrecho de Magallanes
· Tomar posesión efectiva de su gobernación que abarcaba tierras desde el Pacífico hasta el Atlántico
· Premiar a los conquistadores
· Repartir tierras fértiles con abundante mano de obra nativa
· Buscar y explotar tierras auríferas.

Primera insurrección general araucana (1553 - 1557)
Esto ocurrió cuando Lautaro logró organizar y dirigir una insurrección general de su pueblo a fines de 1553. Con una nueva estrategia, atacó simultáneamente los fuertes de Purén y Tucapel. Al enterarse Valdivia de este hecho debió dividir sus fuerzas para partir en auxilio de ambos lugares dirigiéndose él a Tucapel. Los indígenas aplicando sus nuevas estrategias, lo esperaban emboscados y lo atacaron en oleadas sucesivas hasta agotar la resistencia de los españoles que fueron cayendo uno tras otro. Finalmente el propio Valdivia fue capturado y, poco después, muerto.
La inesperada muerte del Gobernador tuvo efectos desastrosos en la naciente colonia pues sería difícil encontrarle un reemplazo a esa altura. A pesar que Valdivia había previsto esta eventualidad designando sus posibles sucesores, se produjeron serias disputas entre sus antiguos compañeros de conquista varios de los cuales, con diferentes argumentos y razones pretendieron heredar el cargo de gobernador. Esto llevó incluso a que se generara una rivalidad entre los habitantes de Santiago y los de Concepción quienes apoyaban a personajes distintos para el cargo. Esta situación de incertidumbre se termina cuando el virrey del Perú designó para el cargo a su propio hijo, Don García Hurtado de Mendoza en 1557.

El descubrimiento de Chile por el sur: el viaje de Magallanes






Desde que Américo Vespucio estableció que el continentes descubierto por Colón eran tierras no conocidas por el mundo intelectual europeo occidental, la Corona española se dio a la tarea de buscar una ruta que uniera Europa y Asia por el occidente.
En un inicio la tarea fue encomendada al propio Vespucio, pero fallecido éste en 1512, la Corona asignó la misión a Juan Díaz de Solís. En 1515 partió al sur del continente americano en busca del paso que permitiera llegar por vía marítima a las tierras de la especiería. En el transcurso de 1516 llegó al Río de la Plata, procediendo a su exploración, cuya caudalosa desembocadura hizo creer a Solís que era el paso buscado. Sin embargo, los resultados de la investigación le permitieron darse cuenta de su error. Lamentablemente, Solís fue atacado por los nativos charrúas y muerto.
En 1519 el portugués Hernando de Magallanes, al servicio de la Corona española, dirigida por Carlos V, salió de Sevilla con una flota de cinco carabelas.
Los acontecimientos del viaje de Magallanes son, probablemente, los más dramáticos que se registran en la historia. El objetivo de la expedición era descubrir un paso interoceánico y llegar hasta la región de la especiería de las Islas Molucas.
En marzo de 1520 llegó al golfo de San Julián -en la Patagonia- donde resolvió invernar por cerca de cinco meses antes de continuar viaje en primavera. La región estaba habitada por indios, llamados luego patagones, por el tamaño de sus pies recubiertos en gruesas pieles. También en esta zona, Magallanes debió luchar con el descontento de sus subordinados, quienes intentaron un motín e incluso consiguieron huir con un barco.
Luego de varias exploraciones en la región, el 1 de noviembre de 1520, descubrió el tan ansiado paso interoceánico al que bautizó de Todos los Santos o de Las Once mil vírgenes. Durante la travesía del mismo observaron grandes hogueras en la costa y de ello provino el nombre de Tierra del Fuego que se dio a esta región. Cerca de un mes duró el cruce del estrecho y al mar que se extendía luego, Magallanes lo nombró océano Pacífico.
El viaje continuó en terribles condiciones. El 6 de marzo de 1521, arribaron a las islas Marianas, que llamaron de Los Ladrones, pues los nativos, a quienes dejaron subir a bordo de los barcos, escamotearon todo lo que pudieron.
Navegando hacia el oeste llegaron a las islas Filipinas, a las que Magallanes llamó San Lázaro. En una de ellas, el capitán portugués fue muerto por los nativos.
La expedición quedó al mando de Sebastián Elcano quien consiguió llegar a las Molucas con sólo dos barcos.

El regreso a España se hizo con un solo buque, siguiendo a la inversa de la ruta de Vasco de Gama, es decir, navegando la costa de África desde el sur.

El día 4 de septiembre de 1522, casi a los tres años de haber partido de la península, la expedición entró en el puerto de Sevilla, con sólo 13 hombres de los 265 que se habían embarcado.

La importancia de este viaje se expresa en los siguientes puntos:

· Fue la primera vuelta al mundo.
· Se demostró la esfericidad de la Tierra.
.Quedó en claro que la distancia entre Asia y Europa, a través del océano era muchísimo mayor que la imaginada por Colón.
· Se demostró la autonomía geográfica de América respecto de Asia.
· Se encontró un paso interoceánico, bautizado de Todos los Santos, hoy Estrecho de Magallanes
De Almagro a Valdivia

Los factores que impulsaron e influyeron en el viaje de Diego de Almagro hacia el sur del nuevo continente fueron variados.
Entre los más importantes estuvieron:
Deseo de explorar su gobernación y realizar su propia empresa de conquista.
Asegurar el futuro de su hijo, legándole los territorios conquistados.
Alejarse de Perú, porque sus relaciones con Pizarro estaban deterioradas. Ambos se disputaban la posesión del Cuzco.
Responder a la presión de gran cantidad de hombres, que deseaban obtener riquezas.
Rumores que aseguraban que en Chile existían más riquezas que en Perú.

La expedición

AlmagroEn 1535 el adelantado Diego de Almagro (1475-1538), quien había ganado título y fortuna en la conquista del Perú realizada en acuerdo con Francisco Pizarro (1478-1541), se propuso emprender la exploración de las tierras sometidas al Imperio Inca al sudoeste del altiplano boliviano, más allá del desierto atacameño.

En Perú habían comenzado las disputas con Pizarro por considerarse Almagro postergado en las capitulaciones acordadas por el primero en 1529 con el emperador Carlos V, por las que se convertía en gobernador de la región conquistada. La presencia en Perú de los hermanos de Pizarro extendió las rivalidades a los capitanes de uno y otro conquistador. Motivado por el ansia de ganar su propio «El Dorado», las noticias recibidas del inca Manco Cápac II (1500-1544) sobre el tributo en oro percibido del valle del Aconcagua alimentaron la decisión del adelantado y la ambición de sus partidarios.
Después de reunir una hueste de alrededor 500 españoles, además de varios miles de yanaconas y una cantidad importante de llamas para el transporte, la expedición partió del Cuzco, en julio de 1535.
Atravesó la altiplanicie del Callao; bordeó el lago Titicaca y, después de seguir por la orilla del río Desaguadero, cruzó las serranías desiertas y acampó en lo que hoy es Tupiza (Bolivia).
Luego, continuó adelante, cruzando las alturas andinas por el norte argentino. El derretimiento de las nieves trajo como consecuencia la crecida de los ríos, y las lluvias torrenciales agregaron muchas penurias a los expedicionarios. En marzo de 1536, aún estaban en plena cordillera tratando de cruzar el paso de San Francisco, frente a Copiapó. El rigor climático puso tales dificultades, que miles de indígenas y animales murio

Ruta de AlmagroLas huestes de Almagro se habían visto acrecentadas gracias a los hombres de Pedro de Alvarado (1485-1541), llegados al Perú en busca de fortuna y que quedaron allí cuando en 1534, Alvarado aceptó regresar a Guatemala después de recibir una fuerte indemnización por renunciar a seguir en las tierras incaicas. Sin embargo, encomiendas y repartimientos habían ido a parar o estaban siendo repartidas entre los primeros conquistadores, de modo que no resultó difícil reunir entre la gente de Alvarado los hombres suficientes para emprender la exploración. Tales fueron las expectativas de riqueza que la mayoría de los 132 primeros expedicionarios reunidos por Almagro se proveyó de medios empleando sus propios recursos y el resto fue equipado con la fortuna de quien les mandaba.

El inca Manco puso a su disposición abundante información sobre el país que les esperaba y se preparó la ruta que tenía que seguirse. De Cuzco se marcharía bordeando el lago Titicaca hasta Paria, donde los esperaría Juan de Saavedra con el grueso de las fuerzas, y de ahí partirían hacia el sur en dirección a Chicoana y la altiplanicie de Laguna Blanca, desde donde se cruzarían los Andes por el paso de San Francisco (a 4.726 m de altitud) para llegar a la altura del valle de Copiapó. Esto es, seguirían el camino interior del imperio inca.

En Lima, entre tanto, Ruy Díaz y Juan de Herrada armaron tres navíos que debían hacerse a la mar, con refuerzos, víveres y armamento, y aguardar a encontrarse en un punto próximo a la costa de Coquimbo.

En julio de 1535, la expedición salió de Cuzco y tres meses después llegó a Tupiza, en donde le esperaba el hermano del inca Manco, el príncipe Paulo Túpac, con instrucciones de acompañarles y presentes en oro que no hicieron sino avivar unas expectativas que, sin embargo, nunca llegarían a verse cumplidas. En enero de 1536, reanudaron la marcha. En total, con las fuerzas que se les unieron en las diversas paradas del trayecto, fueron unos doscientos cincuenta expedicionarios españoles los que se hicieron acompañar de cerca de dos mil yanaconas (los indígenas encargados del transporte y de servir a los primeros) y dos centenares de esclavos negros.

La jornada, capitaneada por Almagro, pronto reveló su extrema dureza. A la adversidad del medio físico se unía el hostigamiento de los calchaquíes y la indisciplina de los expedicionarios, alguno de los cuales había decidido adelantarse con parte de los pertrechos mientras muchos se dedicaban a ranchear a su paso entre las comunidades aborígenes, lo que infundió el rechazo entre los propios yanaconas e hizo que algunos abandonaran el grupo. El paso de la cordillera de los Andes supuso grandes pérdidas de indígenas auxiliares y caballerías, víctimas del frío, el hambre y los accidentes.

Almagro en ChileAl acceder al Copiapó, en abril de 1536, Almagro y su gente se convirtieron en la primera fuerza expedicionaria europea en descubrir Chile y acometer su conquista.La primera experiencia con la población autóctona no pudo ser, sin embargo, más adversa, pues, teniendo noticia el adelantado de que se había dado muerte a tres de sus soldados, en represalia mandó quemar vanos indígenas principales de los valles de Huasco y Coquimbo, lo que a su vez infundió gran temor entre los yanaconas que llevaba consigo y propició que se dieran a la fuga a través de Atacama, siendo reemplazados con diaguitas nativos del lugar.

Llegado a Coquimbo, Almagro se reunió con Ruy Díaz, quien por mar había llegado con un solo barco de suministros después de una penosa travesía navegando contra el viento; las otras dos embarcaciones que salieron de El Callao, se habían visto obligadas a regresar. Díaz traía noticias importantes. Pudo informar al adelantado que Carlos V le había concedido la Gobernación de Nueva Toledo - al sur de Nueva Castilla, en manos de Pizarro-, aunque faltaba deslindar ambas y decidir dónde quedaría la capital inca.

También en Coquimbo, Diego de Almagro recibió el homenaje del curaca inca del Mapocho, que actuaba inducido por el castellano Gonzalo Calvo de Barrientos, un antiguo escapado del Perú que vivía pacíficamente en el valle del Aconcagua, donde finalmente llegó la expedición y fue acogida favorablemente. Desde la conquista inca, ese valle había recibido el nombre de Chile y a su regreso al Perú, Almagro, que lo exploró detenidamente sin hallar rastro de la riqueza que buscaba, contribuyó a difundirlo hasta denominar con ese nombre a la totalidad del país.

El primer enfrentamiento armado con los indígenas

Los expedicionarios habían alcanzado una región con suelos más ricos y clima más benigno, pero las cosas no consiguieron enderezarse. Uno de los incas que les acompañaban desde Cuzco -más tarde sería apresado y descuartizado- hizo creer al curaca que Almagro perseguía aviesas intenciones, de modo que la población autóctona abandonó a los españoles. Pocas cosas hasta entonces animaban a seguir la expedición. Sólo habían encontrado indígenas dedicados a la agricultura de subsistencia, apenas dispuestos a servir a los llegados. Los lavaderos de oro parecían agotados y las noticias que tenían de lo que aguardaba más al sur excluía la existencia de ciudades, y por el contrario se les daba cuenta de la presencia de pueblos muy belicosos ante los que se había detenido la expansión incaica.

Almagro decidió enviar un grupo expedicionario al mando de Gómez de Alvarado para que confirmase la información. Los exploradores no tuvieron contratiempos hasta cruzar el Maule, donde encontraron a los mapuches. En Reinogüelén disputaron una encarnizada batalla en la que pusieron en fuga a los indígenas después de que éstos ofrecieran gran resistencia y cedieran terreno, tras sufrir numerosas pérdidas. Cuando de regreso al Aconcagua relataron lo ocurrido, la mayoría se pronunció por abandonar el país y regresar al Perú, pues nada justificaba permanecer en aquel falso «El Dorado», donde amenazaba una vida insegura y en guerra.

El retorno fue el de una expedición dispuesta a tomar el botín hallado a su paso, que no sería otro sino la toma de indígenas y el saqueo de sus poblados. A comienzos de 1537 Almagro abandonó Chile por Atacama ante la premura de regresar a Cuzco, una vez conoció la rebelión de Manco. Le aguardaban la guerra con Pizarro, la prisión y la muerte a garrote un año después por orden de este último.

Decepción en Chile

Distintos grupos exploraron los nuevos territorios y, a medida que avanzaban, la esperanza de encontrar oro y riquezas se esfumaba cada vez más. El país parecía propicio sólo para la agricultura. Como eso no era lo que estos hombres buscaban, decidieron regresar al Cuzco, eligiendo el camino de los extensos y áridos desiertos del norte. Arribaron a Perú a comienzos de 1537.

Diego de Almagro murió al año siguiente, ajusticiado por orden de su antiguo compañero de aventuras, Francisco Pizarro.

Pueblos originarios de Chile


LOS AYMARÁS

La civilización Tiwanaku, que se desarrolló 2.000 años a.C. suele considerarse como el primer estado aymara. Al momento enfrentar al imperio incaico, en 1430, el pueblo aymara estaba dividido en varios estados, situación que fue aprovechada por los invasores. La última comunidad independiente aymara fue la de Lupakas.
Este pueblo se dedica a la agricultura y la ganadería, y se ubica en la región que va desde el lago Titicaca, pasando por los faldeos cordilleranos, hasta el noreste argentino. En Chile se le puede ver en la Región de Tarapacá y, en menor proporción, en la Región de Atacama. Los aymara que habitan el Altiplano crían ovejas, llamas, ganado y alpacas, pero tienen pocos cultivos. Por su parte, quienes viven en la precordillera han podido desarrollar la agricultura mediante el antiguo sistema de terrazas, cultivando papas, cebada y quinoa. Es por eso que los pastores y agricultores intercambian sus productos entre sí.



   Quechuas 



El pueblo quechua desciende del antiguo imperio inca y habitó la zona precordillerana y altiplánica a partir del siglo XV. El territorio que habitaba iba desde Caquena por el Norte, hasta Parinacota por el Sur-Este y Putre por el Oeste. Compartían con los Aimaras gran parte de sus características lingüísticas y culturales, así como el espacio geográfico que habitaban.



Los Quechuas, constituyeron el pueblo más poderoso del imperio inca, su lengua era la lengua oficial del Imperio y se difundió por gran parte de Sudamérica, por ello fue también esta la lengua escogida por los misioneros españoles para propagar el cristianismo. La cultura quechua era, sin duda, una de las más elaboradas antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI. Poseían, por ejemplo, complejas técnicas de regadío y utilizaban un complicado sistema de canales y terrazas. Habían, además, domesticado la llama, animal de carga capaz de trasladar pequeños fardos a través de los extensos y peligrosos senderos de la montaña, no requerían ningún cuidado especial pues ellas mismas se alimentan por el camino. El esti
ércol de llama se utilizaba, como fertilizante y como combustible para las hogueras y su lana servía para hilar.
Hoy habitan en Chile 6.175 personas que declaran pertenecer a la etnia Quechua y se concentran principalmente en las regiones de Arica Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y Metropolitana.

Atacameños



En los valles de las cordilleras de Tarapacá y de Antofagasta, cuyas condiciones de vida, lo mismo que las de la altiplanicie boliviana, fueron en el pasado más adecuadas para el hombre, aparece un pueblo que se extendía por la Puna de Atacama y por las provincias argentinas limítrofes: los atacameños, que destacan debido al brillo de su cultura.
Según las investigaciones, las huellas del pasado de estas tribus retroceden hasta el hombre neolítico; pero también sitúan el apogeo de su cultura entre los siglos IX y XI de la era Cristiana. Ocuparon en la cronología un lugar intermedio entre la aparición de la cultura de Tiahuanaco y el imperio incaico.
Su unidad etnográfica habría atravesado las vicisitudes de la prehisto­ria y alcanzado a los tiempos históricos.
Fue una raza de tipo bajo: su altura fluctuaba entre alrededor de 1,60 metro para los hombres y 1,45 metro para las mujeres. La medición craneana tropieza con la deformación en sentido fronto-occipital o levantada, que era costumbre de la raza.
De todos modos, su hábitat era difuso, abarcando zonas del sur del Perú, el norte de Chile especialmente el desierto de Atacama— y Jujuy y Salta en el noroeste de Argentina (habitaron los valles de las cordilleras de Tarapacá y Antofagasta). De su lengua, elcunza o kunza, apenas subsisten palabras aisladas. Esta cultura se conoce principalmente por la arqueología.
Los atacameños vivían en un medio hostil, por la escasez tanto de tierra cultivable como de agua. Sin embargo, fueron simultáneamente agricultores y ganaderos, aunque también practicaron la pesca y la caza con boleadoras, para alimentarse. Pero no fueron agricultores corrientes, sino de técnica y eficiencia muy elevadas. Dicen algunos que los incas fueron discípulos suyos, aunque ambos pueblos pueden haber tomado sus habilidades agrícolas de una fuente común en el Altiplano.
En sus faenas agrícolas empleaban palos aguzados, cuchillos y palas de madera, estas últimas a veces terminadas en una hoja ancha y delgada de piedra. Cultivaban especialmente maíz, quínoa, zapallos, calabazas, porotos y ají. Entre los árboles frutales que explotaban se cuentan guayabos, chirimoyos, tunales y tamarugos.
Sembraban en las partes bajas de valles y quebradas, y como la tierra agrícola escaseaba, hacían andenes o terrazas en las laderas de los cerros, cuyos muros de contención eran de pirca en piedra.
En general, los atacameños lograron grandes avances en el cultivo, por ejemplo, en el regadío artificial, con complicadas redes de canales que, alimentados por estanques artificiales, aseguraban la irrigación de las terrazas; en los abonos, entre ellos el salitre.
Hay algunos inventos agrícolas que parecen haber sido usados sólo por ellos, como el cultivo en “canchones”, es decir, tierras cavadas bajo la capa salina del desierto, y humedecidas por aguas subterráneas. También desarrollaron la ganadería de la llama y de la vicuña,de las que obtenían lana y carne. En las partes altas esta última se secaba para convertirla en charqui. Las llamas se usaban, asimismo, como medio de transporte.
Estos animales pastaban durante el verano en pastizales naturales que crecían en las vegas cordilleranas. En invierno se los llevaba hacia las quebradas de la costa o de la alta cordillera, donde pequeños embalses aseguraban la fertilidad de los terrenos.
Además de estos animales habían domesticado al Cuy y algunas aves como gansos, caiquenes, parinas,
gallinetas.
Los atacameños trabajaban el cobre, el oro y la aleación cobre-estaño, es decir, el bronce, fundiéndolos en hornos situados en lugares elevados, donde el viento servía de atizador.
Con el bronce hacían cinceles para trabajar la piedra, pinzas depilatorias, hachas, cuchillos en forma de semiluna, llamadas tumis, usados para cortar cueros. Los adornos personales los confeccionaban con bronce, plata y oro. Estos consistían fundamentalmente en discos y placas que colgaban sobre el pecho; alfileres o tupus, con los que prendían los vestidos; anillos, brazaletes, aros. Los jefes solían usar platos, vasos y otros objetos en oro.
Otra actividad que desarrollaron los atacameños de mucho interés fue la actividadcomercial, tanto entre sí, en el intercambio entre la costa y el interior, como con losdiaguitas, al sur, y los indígenas del Perú, al norte. Estos intercambios comerciales significaron que los caracteres de los atacameños se difundieran a los pueblos vecinos, y que los propios lican-antai absorbieran rasgos de culturas ajenas. De allí la dificultad que existe de precisar las características originales de este grupo.
Los atacameños vivían en pequeños y aislados villorrios de piedra, sin mayor vínculo que el continuo comercio. Sus casas estaban hechas de piedra, con una puerta y una ventana. El techo era plano, formado por una mezcla de fibras vegetales y barro. Tenían una pieza única, donde la familia cocinaba, comía y dormía.
En su mayoría, los pueblos estaban protegidos con murallas de piedras, ciudades-fortificadas, ciudades-fortalezas conocidas comopucaras, que cumplían un papel defensivo durante los ataques ya que los poblados eran objeto del constante asedio enemigo.Cada villorrio era de familias consanguíneas, con un jefe, cargo hereditario que se transmitía de padre a hijo mayor.
Su cerámica tenía fines religiosos-ceremoniales y también fue sobresaliente. Era roja y negra, pulida o grabada con motivos antropomorfos (figuras humanas) y geométricos. Tuvieron además otras artesanías de distintos materiales tales como totora, cuero, hueso, lana, algodón, piedra y hasta pelo humano. Fue especialmente hermoso su trabajo en madera, como tabletas y tubos para aspirar rapé.




KOLLA 

El pueblo Kolla habita en la zona norte de Chile. En aguadas y quebradas de la cordillera de la provincia de Chañaral (Región de Atacama), entre las ciudades de Potrerillos, El Salvador, Diego de Almagro y Copiapó.
Los kollas habrían ingresado a Chile en dos períodos: primero, hacia la etapa final del Imperio de Tiwanaku, en el siglo X; una segundamigración se produce desde el noreste argentino y coincide con la Guerra del Pacífico, a fines del siglo XIX.
Llegaron en su mayoría de Tinogasta y Fiambala, con un mayor ritmo migratorio entre 1880 y 1890.
En la actualidad, el territorio ocupado por este pueblo comprende la precordillera y Cordillera de los Andes, y parte del altiplano de las provincias de Chañaral y Copiapó en la III Región. Sus deslindes más importantes son: la Quebrada de la Encantada por el norte y el río Copiapó por el sur, área en la cual su hábitattranshumante se desplaza entre los 2.000 y 4.000 metros de altura. 




Diaguitas


Entre los ríos Copiapó y Choapa, en un territorio semidesértico, vivieron los diaguitas. Su cultura e influencia se propagó por diversas regiones, ya que fue a través de esta población que los incas dominaron y se expandieron por el centro norte de Chile y parte de Argentina

En lo que hoy es el Norte Grande de Chile encontramos culturas que por mucho tiempo mantuvieron contacto con algunas de las grandes tradiciones culturales andinas. Entre ellas están los aymara, quienes habitaron una gran extensión de territorio que incluye los alrededores del lago Titicaca en Bolivia, el noroeste argentino y el norte de Chile, en las regiones de Arica, Parinacota, Tarapacá y Antofagasta. Dentro de estas regiones se ubicaron en distintos pisos ecológicos, como el altiplano y la puna (a 3.800 metros sobre el nivel del mar), la sierra y los valles altos de la precordillera; los valles bajos y las ciudades del norte; los centros mineros y la costa.

Los ancestros de los aymara nacen a orillas del lago Titicaca, como pequeñas aldeas que se desarrollaron de forma importante al ser influenciados por la cultura Tiwanaku, que implementó importantes avances afectando gran parte de la zona norte de Chile y Argentina. Entre los rasgos que los destacan, está la construcción de edificios en piedra finamente tallada y una decoración que tenía como diseño emblemático un personaje llamado el Señor de los cetros.

Luego de la caída de Tiwanaku, estos ancestros de los aymara se juntaron en grupos y formaron los señoríos collas, dentro de los cuales algunos llegaron a obtener mucho poder. Por mucho tiempo vivieron de forma independiente, pero hacia el año 1400 d.C. fueron conquistados por los incas, el imperio más importante de Sudamérica, que lograron gobernar una gran extensión de territorio, desde el sur de Colombia hasta el centro de Chile. Si bien los aymara se encontraban bajo su poder cuando entraron en contacto con los españoles, mantuvieron su mismo sistema de vida hasta la conquista que desarmó su sistema de señoríos y prohibió su religión y creencias.
Economía: Como sistema de vida, los aymara aprovechan y usan diversos recursos de cada piso ecológico en que viven. Los intercambian y los trasladan entre el altiplano y la costa. Practican la agricultura y horticultura en chacras, en terrazas y en los oasis del desierto. También trabajan la ganadería de llamas, alpacas y corderos.
Arte: Entre algunas de las expresiones de arte aymara se conoce la textilería, con la cual fabricaron en el pasado sus ropas de hermosos colores y diseños. Tejieron gruesas camisas de lana de camélido, fajas que se amarraban en la cintura, bolsas llamadas chuspas donde guardaban hojitas de coca y todo tipo de hierbas. Hicieron sandalias de cuero, complicados gorros y adornos como joyas, vasos y bastones de mando de plata. Otro aspecto importante en la vida de los aymaras era la música y el baile, que además de ser una diversión, eran importantísimos en las fiestas y celebraciones religiosas.
Organización social: El pueblo aymara es bastante heterogéneo ya que está formado por grupos diferentes. Se organiza según el territorio que ocupan, así en cada piso ecológico se encuentran distintos grupos, que en su conjunto formaron la sociedad aymara. En el pasado existieron distintos pueblos-capitales donde se intercambiaban productos y trabajo, y donde se realizaban distintos rituales. 




YAMANAS







Los yámanas se dividieron en cinco grupos que usaron distintas partes del territorio y habrían estado en contacto con los selk’nam por el continente y con los kawashkar por la costa. Si bien las relaciones entre los grupos eran en general pacíficas, la violencia estuvo presente, especialmente cuando los recursos alimenticios no fueron suficientes.
Las canoas que usaban los yámanas estaban hechas de un gran tronco de árbol que era recortada, ahuecada y modelada como una gran góndola reforzada con maderos. Podían medir entre tres y cinco metros de largo, por uno de ancho, y albergaban entre tres y siete personas. En el centro de la canoa había un fuego siempre encendido que permitía un desplazamiento 
constante pasando noches y días en la costa para luego partir en busca de más alimentos.
Economía: Estos grupos eran canoeros nómades cuyo sistema de vida se sustentaba en la caza, recolección y pesca. Los hombres dirigían la canoa y cuidaban a los niños, mientras las mujeres remaban. Sólo ellas sabían bucear y nadar, lo que les permitió pescar y recolectar mariscos. Los hombres cazaban lobos marinos, focas, ballenas y nutrias, ayudados por los perros. Algunas veces cazaron guanacos y recogieron hongos, huevos y vegetales en tierra firme. 
Arte: Una parte importante de la expresión artística y cultural yámana era la pintura corporal. Según las ceremonias y actividades variaban los motivos de líneas, puntos y círculos de colores negros, rojos y blanco. Cada símbolo tenía un significado que era entendido por el grupo. Como adornos, las mujeres usaban y hacían pulseras para los tobillos y las muñecas, y collares y diademas de cuentas hechas de huesos y conchas. 
Organización social: Al igual que el resto de los grupos canoeros del sur, el núcleo de la sociedad era la familia, la cual estaba compuesta por los padres y los hijos. Como los yámanas eran nómades, la mayor parte del tiempo se pasaba en el mar y en la canoa, la cual albergaba a la familia junto con los perros, las armas y los utensilios. En el continente sólo usaban campamentos temporales o paraderos. Cada familia era independiente y muy cerrada. Los niños hasta los siete años eran criados juntos, luego eran separados y educados según su sexo. Si en el matrimonio la mujer fallecía, el hombre se casaba con su hermana; si un hombre moría, su viuda se casaba con su hermano. El hombre era la autoridad, él tomaba las decisiones, aunque la mujer tenía igualdad de derechos.





                            Kawésqar 

  


Los Kawésqar, pueblo de nómades marinos, que extendieron su territorio en el sector de los canales australes ubicados entre el golfo de Penas al norte y el estrecho de Magallanes, por el sur. No constituían una raza homogénea. Por el contrario y debido a lo extenso de su territorio, por lo menos existían tres grupos con diferentes dialectos. A través de los milenios, muy diversos pueblos canoeros deben haber recorrido esos mares. La talla media del kawésqar alcanza a 1,62 m. para los hombres y 1,48 m. para las mujeres. Robustos de tórax y abdomen contrasta la fuerte armadura ósea de sus espaldas y brazos con las piernas cortas y delgadas, tal vez a causa de llevarlas siempre encogidas en su constante navegar. De cara más bien delgada, la piel lampiña y de color amarillo pardo oliváceo. Frente estrecha, pómulos salientes, boca grande de labios relativamente voluminosos. El pelo negro muy abundante, generalmente desgreñado y largo. Ojos café oscuros, algo oblicuos y almendrados, especialmente durante la infancia. En los recién nacidos y hasta los cinco años, es notoria la mancha mongólica en la región sacrolumbar.

Desde el siglo XVI, se tiene información de los frecuentes encuentros de canoas indígenas y de la existencia de viviendas habitadas a ambos orillas del Estrecho de Magallanes, zona que hasta el siglo XIX fue la única regularmente visitada por los occidentales. La existencia de numerosos vestigios muestra que un gran número de bahías, especialmente de la costa norte del Estrecho, estaban habitadas y lo estuvieron de forma más o menos continua hasta las primeras décadas del siglo XX.

Sin embargo, las referencias que se hicieron específicamente sobre el Pueblo Kawésqar fueron escasas. Juan Ladrillero, como resultado de su expedición de 1557- 1558, dejó una descripción que sería bastante acertada respecto de sus características físicas y algunas de sus costumbres, a pesar del acento despectivo de aquella, propio por lo demás del pensamiento de su época:

“La gente que hay en esta ensenada susodicha, son indios pescadores de mediano cuerpo y mal proporcionados. No tienen sementeras y manteniéndose de pescado y mariscos, y lobos marinos que matan; y comen la carne de los lobos y pescados cruda, o aves cuando las matan, y otras veces asan. No tienen ollas ni otras vasijas; ni se han hallado sal entre ellos. (…) Andan vestidos de los cueros de los lobos y de otros animales, con que se cubren las espaldas, y caen hasta las rodillas y una correa que les atan por el pescuezo a manera de las liquiras que traen los indios del Cuzco. Traen sus vergüenzas de fuera sin ninguna cobertura. Son de grandes fuerzas. Traen por armas unos huesos de ballena a manera de dagas, y unos palos, como lanzuelas mal hechas. Andan en canoas de cáscaras de cipreses y de otros árboles. No tienen poblaciones ni casas, sino que hoy aquí, mañana en otra parte, y donde quiera que llegan, llevan unas varillas delgadas, las cuales ponen en el suelo; y con corteza de árboles, que en las dichas canoas traen, hacen sus casillas chiquillas, a manera de ranchos, en que se meten y reparan del agua del cielo y de la nieve”





RAPA  NUI 





Habitan en la Isla de Pascua, Rapa Nui, es el nombre originario de esta isla de origen volcánico y forma triangula, situada en el medio del Océano Pacífico sur, posee tres volcanes situados en sus tres puntas, el Rano Kau, Maunga Terevaka y el Poike.
Posee grandes esculturas de piedra, coronados con rojos sombreros que dan la espalda al mar y que enmarcan esta compleja y misteriosa cultura. La lengua Rapa Nui, es una lengua polinésica, lo que la distingue de las otras lenguas originarias de Chile. Esta lengua se diferencia a que el pueblo Rapa Nui constituye una unidad lingüística y cultural distinta al resto de nuestras etnias. Actualmente Rapa Nui es bilingüe, habla español y su lengua originaria.
Los niños hablan Rapa Nui hasta que entran a la escuela, donde aprenden español para utilizarlo en el continente.
Las costumbres del pueblo Rapa Nui en la actualidad conserva una gran cantidad de ritos, ceremonias, creencias ancestrales, algunas de sus practicas variaron, pero sin embargo los antiguos conceptos como Mana y Tapu persistieron. El Mana es la magia o poder sobrenatural y esta en manos de los espíritus.
Las fiestas y ceremonias Rapa Nui, se realizan cada año, representantes de de distintos linajes, competían por conseguir el primer huevo de gaviota llamada Manutara, quien lograba conseguir el huevo que debía llegar intacto, era nombrado Tangota Manu que significaba que el vencedor era la reencarnación del dios Make Make. Durante un año el vencedor y su linaje tenían derecho a privilegios económicos, políticos y religiosos.
Aringa ora o Koro, es la fiesta del año nuevo indígena, que en ella se celebra el ciclo anual de la vida, se relaciona con la fertilidad y productividad, esto se celebra para el solsticio de invierno.
Tapati Rapa Nui, se desarrolla en el mes de febrero, y durante sus dos semanas, cada grupo de la familia debe realizar una serie de pruebas para sumar puntos a las candidatas a reina.
El arte Rapa Nui, en la actualidad se basa en la textilería, cerámica, cestería, orfebrería, tallado que es un arte por excelencia, tallaron piedras y maderas nativas, hoy en extensión. En las piedras, tallaron las enormes esculturas monolíticas, llamadas Moai, en la madera nativa realizaban distintas piezas de carácter ceremonial. En el arte rupestre se desarrollo de dos modalidades, que son los petroglifos y pinturas.
La música en la Isla de Pascua, es una música autóctona, enraizadas en viejas tradiciones y leyendas transmitidas oralmente de generación en generación. La danza Rapa Nui al igual que la música son manifestaciones que surgen de la necesidad del hombre de expresarse a través del movimiento y experiencia ritual y espiritual.
En la actualidad se caracteriza por su alegría, sentido del ritmo y por que en sus fiestas está presente la manifestación por sobre todas las demás.
Una de las danzas mas conocidas es el Sau Sau, que es de origen Samoano, que durante la noche se organizan reuniones, en que las mujeres muestran toda su gracia y soltura, dentro de su movilidad se acompaña con el movimiento de manos.





Mapuches


El pueblo mapuche es y ha sido siempre una de las etnias originarias más importantes del país, tanto por su peso social y demográfico como por su fuerte sentido de identidad cultural, que ha encontrado históricamente formas de resistencia y de adaptación a la dinámica del contacto fronterizo con españoles y chilenos.
Asentados históricamente entre los ríos Itata y Toltén, en la zona centro-sur del país, y emparentados lingüísticamente con sus vecinos picunches y huilliches, los mapuche presentaron una encarnizada resistencia a la dominación española durante todo el siglo XVI, hasta el punto de expulsar definitivamente a los castellanos de su territorio, luego de la gran rebelión que duró desde 1598 a 1602.
La Guerra de Arauco se prolongó toda la primera mitad del siglo XVII, decayendo luego de la última gran rebelión mapuche de 1656, fecha desde la cual las relaciones fronterizas se distendieron y se produjeron importantes transformaciones sociales en el pueblo mapuche, fruto de su expansión a las pampas argentinas y la intensificación del comercio entre éstos y los criollos. Convertida en una de las etnias más poderosas de Sudamérica, los mapuche debieron resistir durante todo el siglo XIX, la intensa presión de las nuevas repúblicas de Chile y Argentina, que a través de respectivas campañas militares ocuparon la región.
La integración de la Araucanía al territorio chileno en 1882, provocó el derrumbe de toda una sociedad que había encontrado la manera de adaptarse a siglos de lucha y contacto fronterizo. Los mapuche fueron confinados en territorios delimitados por el Estado, cerrándose el tránsito entre Chile y las pampas argentinas y obligándolos de esta manera a convertirse en un pueblo campesino, en tierras de mala calidad de la zona costera y la precordillera andina. La conformación de grandes latifundios a partir del remate de llamadas "tierras baldías", por parte del Estado, agravó la situación, creando una estructura agraria fuertemente desigual, a la vez que se sumaron, durante la primera mitad del siglo XX, las exacciones y estafas a comunidades mapuche, que vieron mermadas gran parte de sus tierras. El crecimiento demográfico y la contracción de las tierras comunales, dio inicio a una intensa corriente de migración campo-ciudad, lo que ha llevado a que hoy más de la mitad de los mapuche chilenos vivan en las ciudades.